4º ESO

La ética en Grecia

Los sofistas

Con este nombre se conoce a una serie de pensadores griegos que desarrollaron su actividad en el siglo V a.c.. Este siglo corresponde con el esplendor de la democracia ateniense bajo el gobierno de Pericles, por ello se ha dado a este periodo la denominación de Ilustración ateniense. Es el momento de florecimiento del humanismo, centrándose el interés en aspectos como la ética, la política, la retórica, el conocimiento, el arte, el lenguaje, la religión, la educación… Esto fue favorecido por tres causas:
          I.    Relativismo: El crecimiento del comercio hace que las leyes y costumbres helénicas se contrasten con leyes y costumbres  extranjeras. Esto provoca que las propias convicciones tenidas por verdaderas puedan ser puestas en duda por otras culturas, de ello surge la crítica a la religión y a la cultura tradicional, de las formas de gobierno, de las instituciones públicas… Se llega, por lo tanto, a una concepción relativista ante el bien y la verdad.
        II.    Ateísmo: ante la religión el relativismo se transformó en un agnosticismo, pues no se puede saber si existen los dioses, de ahí se pasará rápidamente a la negación de su existencia, es decir, al ateísmo.  Un argumento a favor del ateísmo y ofreciendo una teoría sobre su invención nos lo encontramos en la tragedia escrita por Critias titulada Sísifo:
“Un hombre sabio y pragmático inventó el temor a los dioses, para que los malos tuvieran miedo si a escondidas decían, hacían o pensaban algo mal. Así introdujo lo divino en el mundo, concebido como espíritu de v ida inagotable, con inteligencia capaz de oír cuanto los mortales dicen, y de ver todo lo que hacen. Así envolvió la verdad en la mentira, y dijo que los dioses habitaban allá donde más pudo sorprender con ello a los humanos, de donde vio que les venían los bienes y los terrores para su miserable vida: de la giratoria bóveda donde nacen los rayos y los horrendos estampidos del trueno; del edificio estrellado del cielo, donde camina el incandescente pedrusco del astro solar, y de donde llega a la tierra la húmeda lluvia.”
 Este ateísmo estaba propiciado por la ausencia de una casta sacerdotal               que pudiera presentarse como la garante de la verdad y frente a la cual fuera necesario un enfrentamiento.
De entre los sofistas cabe destacar la figura de Protágoras, nació en torno al año 486 a.c. en Abdera. Fue el primero en hacerse llamar sofista, denominándose con ello maestro de educación y virtud. Ejercía sus enseñanzas por medio de lecturas y debates públicos, y solicitaba por ello una retribución dineraria, dejando a criterio del alumno la cuantía. Llegó a trabar amistad con Pericles y Eurípides. Escribió obras pero se perdieron, y tan sólo conocemos referencias de ellas gracias a otros autores. La tesis fundamental de Protágoras se sostiene en que nada se puede conocer con seguridad, por lo que lo único que nos queda es el relativismo, por ello en su obra Sobre la verdad formula su famosa sentencia “el hombre es la medida de todas las cosas”. Con ello se refiere a que es el hombre quién determina qué son las cosas en tanto que es él el que las conoce y entiende. Este hombre mesura se convierte con ello en la imposibilidad de un criterio objetivo para distinguir la verdad del error, el bien del mal. Por ello este relativismo será atacado desde distintas posturas, y así lo hizo Aristóteles:
“Protágoras pretendía que el hombre es la medida de todas las cosas, lo cual quiere decir que todas las cosas son, en realidad, tal y como a cada uno le parecen. Pero si así fuera, resultaría que la misma cosa es y no es, que es a la vez buena y mala, y que todas las demás afirmaciones opuestas son igualmente verdaderas”
El relativismo de Protágoras es una consecuencia de su agnosticismo, es su tratado Sobre los dioses afirma:
“De los dioses no puedo saber si existen o si no existen, ni qué forma tienen. En efecto, son muchas las dificultades que obstaculizan tal conocimiento, como la imposibilidad de recurrir a la experiencia sensible, y la brevedad de la vida”
Debido a estas palabras fue acusado por impiedad y ateísmo, siendo procesado por un tribunal ateniense. Fue condenado al exilio y su escritos quemados, se estima que pudo morir en torno al año 411 a. c., a causa del naufragio de la nave que lo conducía lejos de Atenas.

Sócrates

Es contemporáneo de los sofistas y considerado por la opinión pública como uno de ellos. Vivió en Atenas entre los años 469 y 399 a. c. Tan sólo dejo la ciudad para defenderla en las batallas de Delos, Anfípolis y Potidea. Fue hijo de un escultor y una comadrona, se dedicó a la investigación filosófica y a su enseñanza pública, pues para él eso era lo solicitado por el dios Apolo en su oráculo délfico. Esta actividad la fundó en la crítica, sobre todo de los sofistas, por lo que fue acusado de impiedad, corromper a los jóvenes y de introducir nuevos dioses en la polis; juzgado ante un tribunal y condenado a muerte (cicuta).
Sócrates es una figura que se sitúa en contraposición a los sofistas, supone el primer intento de apelar a la razón para investigar la condición humana. Lo sofistas aparecen caracterizados por el desengaño, el escepticismo y la utilización del discurso para convencer. Por su parte Sócrates defiende otra serie de valores tenidos por verdaderos. Con él el discurso deja de ser vehículo de manipulación, alejándose de la retórica, y pasa a ser el  medio de transmisión de la verdad.
Para Sócrates la verdad no se debe buscar en el revoltijo de la cosas sensibles, sino en la intimidad del alma, de ahí su famoso lema de conócete a ti mismo, a partir de esto el diálogo con otros hombres desenreda la verdad de las opiniones, y la esclarece. Esto es conocido como la mayeútica socrática, dar a luz la verdad por medio del diálogo. Pero esta verdad a la que aspira Sócrates es aquella capaz de ofrecernos la condición humana, la que nos acerca a los conceptos éticos y políticos, es decir, a las leyes de la conducta humana.
Toda la concepción ética de Sócrates gira en torno al concepto de virtud, y para él la virtud se alcanza por medio del conocimiento, por ello tenía un gran convencimiento en que para obrar bien hay que conocer el bien, y el que obra mal es opr ignorancia, porque juzga lo malo como lo bueno. Aquí reside el énfasis del imperativo socrático conócete a ti mismo. Esta concepción de la virtud se denomina intelectualismo moral.
Para Sócrates la cultura, la educación y la política deben estar supeditadas a la ética, muestra de ello es el retrato que nos dejó uno de sus discípulos Jenofonte en sus Dichos memorables de Sócrates:
“Todos los discípulos le echamos de menos porque era el mejor en la virtud. Era piadoso, pues en todo obraba según el pensamiento de los dioses; justo, pues fue el más útil a quienes le trataron; moderado, pues nunca prefirió lo cómodo a lo bueno; prudente, pues no se equivocó juzgando lo bueno y lo malo; capaz de juicio, de consejo y de reprensión a los que se equivocaban. Y por ello era considerado el mejor y más feliz de los hombres.”

Platón

Discípulo y continuador de Sócrates, nació en el año 427 a.c. en el seno de una familia de la aristocracia. Tanto en su vida como en su obra se deja ver la influencia de su maestro Sócrates, así como la corrupción existente durante las guerras del Peloponeso, y contra ellas dedicó parte de sus esfuerzos a la hora de desarrollar su ética y política. Este esfuerzo se deja ver en su diálogos, así en su Carta VII podemos leer:
“Al ver esto, cuanto más conocía yo a los políticos y estudiaba las leyes y las costumbres, más difícil me parecía administrar bien los asuntos del Estado. El derecho y la moral se hallaban corrompidos, y aquella situación adonde todo iba a la deriva me producía vértigo. Entonces me sentí irresistiblemente movido a cultivar la verdadera filosofía y a proclamar que sólo su luz puede mostrar dónde está la justicia en la vida pública y en la privada, convencido de que no acabarán las desgracias humanas hasta que filósofos de verdad ocupen los cargos público, o hasta que, por una gracia divina, los políticos se conviertan en auténticos filósofos.”
En Platón la ética pasa a entenderse como la reflexión sobre la conducta humana orientada a resolver algunos problemas fundamentales: cómo llevar las riendas de la propia conducta superando nuestra constitutiva animalidad; cómo integrar los interese individuales en un proyecto común que haga posible la convivencia social; cómo alcanzar la felicidad. La concepción ética de Platón se entiende a la luz del mito del carro alado, donde se representa al hombre como un compuesto de tres partes: un caballo blanco que simboliza la nobleza y el esfuerzo; un caballo negro que simboliza las pasiones irracionales; y el auriga que representa la razón que debe controlar y dirigir las anteriores fuerzas antagónicas. A cada parte del hombre, que es un alma, le corresponde una virtud:
-        Caballo negro – alma cocupiscible – virtud la templanza (sofrosyne), la moderación inteligente.
-        Caballo blando – alma irascible – virtud la fortaleza (andría), la capacidad de sacrificio.
-        Auriga – alma racional – virtud la prudencia (frónesis), inteligencia práctica.
Junto a estas tres virtudes Platón sitúa una cuarta la Justicia (dikaiosyne) que se alcanza a través de la armonía perfecta entre las tres partes del alma, es decir, cuando el auriga es capaz de dominar al caballo negro con la ayuda del caballo blanco, que se deja fácilmente guiar[1].

Aristóteles

Aristóteles es uno de las grandes filósofos griegos y el primer científico europeo. Nación en Estagira (Macedonia) en el año 384 a.c. A los diecisiete años queda huérfano, y fue enviado a la academia de Platón, donde permaneció hasta la muerte de éste. Cuando abandona la academia se dirige a Macedonia como preceptor del hijo de Filipo II, Alejandro Magno (342 a.c.). En el 335 a.c. regresará a Atenas y fundará el Liceo, donde impartirá sus enseñanzas mientras pasea y dialoga con sus discípulos, de ahí se les denominará peripatéticos.
La obra donde nos encontramos el desarrollo ético de Aristóteles es la Ética a Nicómaco. Para él toda acción siempre busca un fin: el marino navegar, el soldado la victoria… Seguidamente Aristóteles afirma que casi todo el mundo llama felicidad al máximo bien que se puede conseguir, pero nadie sabe en qué consiste. Unos creen que es el placer, otros la salud, otros honores…, en ocasiones la misma persona cambia de opinión.
Pero Aristóteles tiene el convencimiento de que la felicidad del hombre debe estar relacionada con aquello que le es propio, que a su vez, viene determinado por su propia naturaleza. Por naturaleza el hombre es animal, racional y social, por lo que la felicidad debe estar relacionada con la perfección del hombre en estos tres aspectos. El hombre es un animal social, pero por encima de todo racional, por ello la actividad propia del hombre es vivir de acuerdo con la razón (praxis con logos), y esta vida ha de ser la más feliz.
Por supuesto, la felicidad es algo que se logra a través del esfuerzo que se desprende del ejercicio de la virtud. Para Aristóteles una virtud es un hábito de elegir y realizar prudentemente lo mejor. Es una conquista libre y guiada por la razón. Así, la virtud ética es entendida como el acto de elegir el término medio entre dos extremos siguiendo la razón de cada uno, es decir, ejerciendo la prudencia. Este término medio se mueve entre los extremos, que uno lo será por exceso y el otro por defecto. De este modo la valentía es una virtud que se mueve entre la temeridad (vicio por exceso) y la cobardía (vicio por defecto).
Este término medio es relativo a cada persona, pues no se trata de buscar el término medio respecto de la cosa, sino respecto de nosotros ¿qué es comer mucho o poco? ¿hay una medida justa para ello? Todo conocedor evita el exceso y el defecto y tiende al justo medio y lo prefiere. Por esto, el hombre debe encontrar el criterio para alcanzar el justo medio en su prudencia.
La virtud es un hábito, como ya ha quedado dicho, y esto la convierte en una conducta estable. Es decir, las virtudes se adquieren por la repetición de los actos[2], así nadie tiene la probabilidad de ser bueno si no realiza actos buenos, por lo tanto Aristóteles afirmará:
“adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca o mucha importancia: tiene una importancia absoluta”
Todo hábito es un modo de obrar que nos permite repetir con facilidad un mismo tipo de actos, de tal modo que nos posibilita el hacer lo que antes no se podía, o de hacer mejor y con facilidad lo que se hacía de modo deficiente y con dificultad. Así, si practicamos la justicia nos haremos justos, y si nos pasamos la vida bebiendo nos haremos borrachos.

La prudencia

La palabra prudencia deriva de lo que los romanos denominaron pro-videncia, denotando la capacidad de prever, prevenir, precaver y proveer. Por ello entendemos por prudencia el ver previamente y adelantarnos a los acontecimientos, el medir las consecuencias antes de obrar. La prudencia es teórica y práctica a la vez. Es un conocimiento directivo que requiere estudio, mucha experiencia, petición de consejo y reflexión ponderada. Además, si es virtud necesaria para cualquier hombre, lo es especialmente en el arte de gobierno, por depender de esta actividad multitud de vidas, los políticos deben prever lo que es bueno para ellos y para los demás. La prudencia, como toda virtud, se adquiere con la experiencia, por ello el joven está en menor disposición de adquirirla que un anciano, porque le falta experiencia.

Tres justicias

Aristóteles diferencia entre tres tipos de justicia: legal, distributiva y conmutativa.
  • Justicia legal: la que trata del bien común y rgula las obligaciones del ciudadano con la sociedad.
  • Justicia distributiva: distribuye entre los ciudadanos los beneficios y las cargas que lleva consigo el bien común.
  • Justicia conmutativa: regula los intercambios de bienes entre los particulares.

Una virtud para el placer

¿Qué ocurre con lo placeres que unas veces son considerados como fuentes de felicidad, mientras que otras como la causa de la esclavitud? Aristóteles no rechazará sin más lo placeres, sino que entiende que los placeres no son malos por ser placeres, sino cuando hacen al hombre brutal o vicioso. Y afirma que estos peligros son mayores en la juventud
“El hombre íntegro se complace en las acciones virtuosas y siente desagrado por las viciosas, lo mismo que le músico disfruta con las buenas melodías y no soporta las malas”
Pero la búsqueda del placer debe ejercitase bajo la guía de la razón, pues si el hombre es un animal, lo que le diferencia del resto de los animales es que es racional
“El descontrol en este terreno se censura con razón, porque se da en nosotros no por lo que tenemos de hombres sino de animales. Así pues, complacerse en estas cosas y buscarlas por encima de todo es propio de bestias. y si alguien viviera sólo para los placeres del alimento y del sexo, sería absolutamente servil, pues para él no habría ninguna diferencia entre haber nacido bestia u hombre.”
La falta de control consiste en buscar el placer donde no se debe o como no se debe, y el saber establecer ese control sobre los placeres es denominado por Aristóteles como templanza (sofrosyne).

Epicuro

El hedonismo es una escuela fundada por Aristipo de Cirene a comienzos del siglo IV a.c. La base del hedonismo consistía en el cálculo de las consecuencias útiles o perjudiciales. Aristipo afirma que el bien supremo es el placer, pero no sin que nos llegue a dominar, pues es el sabio quién debe dominar las circunstancias y acomodarse a lo que venga. Este es el antecedente del epicureismo.
Epicuro nació en Samos en el año 341 a.c., y se estableció en Atenas en torno al año 307, ejerciendo el magisterio en el jardín de su casa. Murió en el año 270 a.c., de sus obras nos han llegado tres cartas: a Meneceo, a Herodoto y Pitocles, y un conjunto de sentencias. Su pensamiento está compuesto por una ética que pretende ofrecer el secreto de la felicidad. Y al servicio de este objetivo sitúa una explicación física del mundo y una lógica que señale los cánones objetivos del conocimiento.
Entiende la felicidad como placer, y el placer no se da en el ciudadano, sino en el individuo desligado de la sociedad, de las instituciones, del dinero, de los dioses… El ser humano compuesto simplemente por átomos ha de poner su fin supremo en una felicidad que necesariamente ha de consistir en el placer sensible. Pero esto no debe entenderse como un dejarse llevar por los placeres sin más, pues esto mas que fuente de felicidad sería caer en la desdicha.
Epicuro parte de que el placer es el principio y el fin de una vida feliz, pero también afirmó que prescindimos de muchos placeres cuando de ellos se sigue un perjuicio mayor
“Cuando decimos que el placer es el soberano bien, no hablamos de los placeres de los pervertidos y de los crápulas, como pretenden algunos ignorantes que nos atacan y desfiguran nuestro pensamiento. Hablamos de la ausencia de sufrimiento para el cuerpo y de la ausencia de inquietud para el alma. Porque no son las borracheras ni los banquetes continuos, ni el goce con jovencitos o con mujeres, ni los pescados y las carnes con que se colman las mesas suntuosas, los que proporcionan una vida feliz: más bien es la razón, buscando sin cesar los motivos legítimos de elección o de aversión, y apartando las opiniones que llenan el alma de inquietud.”
Epicuro diferencia entre tres fuentes de placeres:
  • los naturales necesarios: ligados a la conservación de la vida, comer para saciar el hambre, beber para saciar la sed, descansar la fatiga.
  • los naturales innecesarios: son las variaciones superfluas de los placeres naturales: comer bien, beber bien, vestir con ostentación…
  • los que no son ni naturales ni necesarios: son los nacidos de la vanidad humana, deseko de riquezas, de poder, honores…
Respecto a la relación que debemos establecer con estos placeres nos recomienda que debemos satisfacer los primeros, limitar los segundos, y esquivar los terceros.
Epicuro persigue la vida libre tanto como el placer. Entiende la libertad como el ejercicio de la autarquía, del autogobierno que presenta dos caras: la ausencia de dolor corporal (aponía) y la eliminación de la intranquilidad de espíritu (ataraxia). Así, debemos renunciar de aquellos placeres que conllevan un trastorno mayor, pues el máximo bien que el ser humano puede alcanzar es la tranquilidad del alma, entendida como ausencia de sufrimiento y perturbación. y el primer temor que nos encontramos, y que debemos evitar es la muerte:
“Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros, ya que todo bien y todo mal está en la sensación, y la muerte es la privación de la sensación. Por lo cual, el conocimiento de que la muerte no es nada para nosotros hace gozosa nuestra condición de mortales, no añadiendo un tiempo infinito, sino suprimiendo el deseo de inmortalidad. Nada es temible en la vida para el que está sinceramente convencido de que no hay nada temible en el no vivir más.”
También debemos evitar el temor de los dioses, pues a pesar de que existan, nosotros resultamos demasiado insignificantes para ellos, por lo que no se preocupan de nosotros.
La felicidad de los placeres propuesta por Epicuro pasa por el contentarse con lo puesto, el no desear constantemente aquello que nos falta. Podemos resumir en cuantro indicaciones la consecución de la felicidad:
-        no temer a los dioses,
-        no temer a la muerte,
-        entender que el placer está al alcance de todos,
-        y saber que el dolor es siempre pasajero.

El estoicismo y Séneca

La corriente estoica deriva de la escuela cínica, fundada en Atenas por el socrático Antístenes (445 – 365 a.c.). Le sucedió Diógenes[3], famoso por sus extravagancias. Los cínicos buscaban la felicidad individual en la independencia personal, en la supresión de necesidades y en la tranquilidad del ánimo. Esta concepción les lleva a la mendicidad, a la renuncia de toda teoría, al desdén de la verdad, al desprecio del placer, del bienestar, de las riquezas y de los honores.
La escuela estoica se desarrolla a lo largo de cinco siglos que transcurren entre el III a.c. y el II d.c. Hacia el año 300 a.c. Zenón de Citio, un chipriota de origen fenicio, naufraga y llega arruinado a Atenas. Allí establece una escuela de filosofía en el pórtico (stoa) decorado con pinturas de Polignoto. Los estoicos romanos, ya en los siglos I y II están representados por tres personajes muy diferentes: el esclavo Epicteto, el filósofo y político Séneca y el emperador Marco Aurelio. Se caracterizan por su predominio de la ética frente a otros saberes, el cultivo de la epístola, y que escribían pensamientos, sentencias, máximas y consejos.
La ética estoica aspira a la felicidad entendida como autarquía y equilibrio. Para ello nos invita a identificarnos con la razón universal y seguir la corriente del destino. Vivir libremente es vivir conforme a natura, y como la naturaleza revela un diseño racional, vivir según natura es vivir conforme a la razón. La verdadera libertad es obrar racionalmente, obrar conforme a la naturaleza que muestra el gobierno del mundo, y este es el precepto estoico fundamental: “vivir conforme a naturaleza” o lo que es lo mismo, “vivir conforme a razón”.
Para representar esta propuesta el ejemplo clásico fue el del perro atado a la parte posterior de un carro en movimiento. Si quiere seguirlo andará por propia voluntad lo mismo que andaría por necesidad. Si no quiere seguirlo será arrastrado y sufrirá inútilmente. Lo mismo sucede en lso hombres, aunque no quieran avanzar se verán obligados a llegar hasta donde haya sido establecido por el destino. Esto lleva a los estoicos a entender que el hombre es como el actor de un drama teatral, de una tragedia, en el que su papel ya está escrito, su importancia, su duración… Lo único que nos queda es el interpretar bien ese papel Así afirma el esclavo Epicteto:
“No olvides que es comedia nuestra vida
y teatro de farsa el mundo todo
que muda el aparato por instantes,
y que todos en él somos farsantes.
Acuérdate que Dios, de esta comedia
de argumento tan grande y tan difuso,
es autor que la hizo y la compuso.”
Si como hemos visto es la vida razonable la que conduce a la felicidad, tendremos que admitir con los estoicos que las pasiones irracionales resultan perjudiciales. Debemos librarnos de las pasiones y de los temores, ser indiferentes al dolor y al placer, alcanzar la serenidad del ánimo y ser imperturbables. Y ello se consigue a través del siguiente lema “renuncia y resite” (sustine et abstine). Para los estoicos la fuente de la felicidad se encuentra en la liberación de las pasiones. Para evitar desengaños, cultivan la indiferencia haci alos bienes que la fortuna puede dar o quitar. El estoico busca la autosuficiencia, la autarquía, el bastarse a sí mismo. El que persigue el placer porspone a él todas las cosas, de tal modo que pierde su libertad. Pero el que consigue esa autarquía no le falta nada. Lo único que puede romper esa tranquilidad es un dolor corporal, pues las necesidades del organismo no están bajo nuestra libre disposición, pero el doro es temporal, desaparece; y de no ceder cabe el suicidio como forma más alta de autarquía.

Séneca

Lucio Anneo Séneca nació en Córdoba el año 4 a.c. Recibió una esmerada educación y ejerció como abogado en Roma, además de ocupar cargos políticos. Fue desterrado por Claudio, pero Agripa le hizo volver para encomendarle la educación de su hijo Nerón. Del 54 al 61 a.c. fue ministro de Nerón, pero el emperador le ordenó finalmente abrirse las venas. Escribió obras de teatro, libros sobre física y ensayos morales. De entre sus obras destacan las Epístolas morales a Lucilio.
Su producción literaria tiene un alto valor educativo por la dedicación que tuvo al tema de la virtud. Tiene una clara visión de la filosofía como saber ordenado a vivir rectamente
“Sí, mi querido Lucilio, te digo que reside en nuestro interior un espíritu santo que observa y que guarda como en depósito el bien y el mal que hacemos, y que nos trata según le hayamos tratado.”
Recomendaciones fundamentales para alcanzar la felicidad son el aprecio a la vida sobria, el retiro e independencia del sabio, búsqueda de un maestro de virtud, vida conforme a la naturaleza, limitación de los deseos, consideración no temerosa de la muerte…


El epicureismo y el estoicismo tienen su momento de esplendor desde la muerte de Aristóteles hasta el inicio de la Edad Media. Dominarán el mundo antiguo desde Macedonia hasta Siria y Egipto llevado y propagado por las conquistas de Alejandro Magno. Son dos doctrinas morales que vienen a resolver la crisis de la decadencia griega y la descomposición del Imperio romano. La reflexión viene a soportar el descrédito sobre unas creencias religiosas y morales en descrédito.


[1] Estas cuatro virtudes serán conocidas como las virtudes cardinales, porque en torno a ellas gira toda la vida moral. habían sido recogidas por Sócrates de la tradición homérica, comentadas por Platón y analizadas en profundidad por Aristóteles.
[2] Una golondrina no hace verano.
[3] Vivía en un tonel para mostrar su desprecio hacia el modo de vida de sus conciudadanos.